El estilo manuelino habla de Portugal como ningún otro movimiento arquitectónico. Forma parte de la riqueza y gloria nacionalistas relacionada con la Era de los descubrimientos.
El estilo surgió durante el reinado de Don Manuel I, el Afortunado (1495-1521), pero no recibió su nombre hasta el siglo XIX. Es una interpretación muy específica del gótico en cuanto a estructura arquitectónica y a decoración se refiere, influida por las formas musulmanas.
La dimensión y profundidad de los arcos y torcidos, que enmarcan cornisas, fachadas y bóvedas distinguen el estilo manuelino puro, que se perdió con la influencia del Renacimiento a partir de 1517.
Estos ornamentos y la combinación de símbolos sólo se encuentran en Portugal. Son claros ejemplos la Torre de Belém y el Monasterio de los Jerónimos (cuya finalidad última era la de servir de mausoleo real), pensados como elementos de propaganda que pusiera en evidencia el nuevo poder económico y político del rey luso y financiados con el dinero de las hazañas de los navegantes.
La riqueza provenía de las codiciadas especias de la India, necesarias para la conservación de los alimentos, que llevó consigo Vasco da Gama.
GÓTICO PORTUGUÉS
Las nuevas construcciones encargadas por Manuel I, el Afortunado se debían realizar siguiendo el estilo “moderno”, es decir, de acuerdo a los cánones del gótico tardío, con mezcla de mozárabe, que triunfaba en la vecina España.
Se pueden observar las diferencias entre esos nuevos aires y el “antiguo” que presenta la Sé de Lisboa. La mayoría de la arquitectura de la catedral es del románico, aunque hay considerables influencias góticas añadidas en el siglo XIII.
Al viajar por Portugal, cualquiera sea el lugar que se visite, se puede encontrar un pórtico, una ventana geminada, una pequeña iglesia u otros detalles del arte manuelino. La mayor concentración se encuentra en Lisboa y alrededores, pero, aún así, el estilo tuvo tal aceptación que se propagó por todo el reino, sobretodo en iglesias.
En Sintra el Palacio da Vila, en el que vivió Don Manuel I, revela su fascinación por el arte mudéjar. En el romántico Palacio da Pena sorprende la visión historicista del manuelino que surgió en el siglo XIX.
Pero también pueden hallarse rastros en territorios alejados, en las colonias de ultramar. En Goa, India, destacan dos iglesias cristianas: la Iglesia de San Francisco Javier y la Iglesia del Priorato del Rosario, ambas con la protección de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS
En su exuberante decoración se destaca la presencia de escudos y blasones nobiliarios, esculturas de personalidades destacadas junto con imágenes propias del cristianismo como uvas, querubines, crucifijos, querubines, putti, ángeles, cardinas (hojas de cardo) y el Agnus Dei (Cordero de Dios).
También se observan símbolos nacionales como la Esfera Armilar, que era el emblema de Manuel I, y la Cruz de la Orden de Cristo, grabada en los barcos durante la época de los descubrimientos. A todo esto se suman elementos relacionados con el mar: redes, barcos, cuerdas y nudos marineros.
Entre ellos, asoman reflejos de la naturaleza, como hojas de laurel, granadas, algas, corales y alcachofas. Son de destacar los elementos fantásticos, así como París tiene las gárgolas, en Portugal se esculpían sirenas y ouroboros (serpientes que muerden su propia cola).
Análisis del Monasterio de los Jerónimos
- Este monasterio es el elemento más importante del programa propagandístico de Manuel I, que utilizó la arquitectura como medio para demostrar su prestigio.
- Su autor fue el francés Diego Boytac pero debió ser concluida por Juan del Castillo. Este le aportó una fisonomía renacentista al edificio.
- Para destacar es el claustro, mezcla motivos arquitectónicos y decorativos del Gótico tardío y del Renacimiento.que sin embargo logra una armonía de conjunto.
- En esta obra capital del estilo manuelino descansa el cuerpo de Vasco de Gama.
PORTADA SUR, ACCESO PRINCIPAL A LA IGLESIA DEL MONASTERIO
El ingreso está flanqueada por dos vanos alargados con arcos de medio punto bordados con un encaje ornamental, dividida verticalmente en dos cuerpos.
En la parte superior, en el centro, tiene una ventana de arco de medio punto rodeada de columnas formadas por doseletes góticos (con esculturas de apóstoles y santos) terminados en pináculos.
El cuerpo inferior lo cubre un arco conopial bajo el que hay dos puertas de madera separadas por una columna salomónica. Esta se encuentra sostenida por dos leones que simbolizan la fuerza de San Jerónimo y sobre ella aparece Enrique el Navegante, ataviado como un guerrero.
El tímpano está decorado con bajorrelieves que representan escenas de la vida de San Jerónimo y el escudo de armas de Manuel I. En el centro del arco conopial, centrada sobre la ventana del segundo cuerpo, aparece una imagen de la Virgen de Belém.
INTERIOR DE LA IGLESIA Y CLAUSTRO
La iglesia tiene planta de cruz latina con tres naves de igual altura y los brazoa del crucero de menor altura.
Las naves se cubrieron según modelos británicos e isabelinos, convirtiéndose este en el sistema de nervaduras más complejo de Portugal.
En el Claustro se observan medallones, letra M, sirenas, alcahofas, piñas, esfera armilar, cabos marineros y temas religiosos